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  La titular de la Ctera, que acaba de ser reelegida al frente del gremio docente, dice que quieren ocupar a los alumnos "como mano de obra barata" y que el objetivo final es plantear eso mismo a nivel nacional. También habla del caso de Santiago Maldonado y del tratamiento que le dieron los maestros.  
   
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La reelecta secretaria general de la Federación de Trabajadores de la Educación (Ctera), Sonia Alesso, consideró que su triunfo en las recientes elecciones en el sindicato docente implica "la ratificación de la defensa de la educación pública". Apuntó que el desafío que enfrenta el movimiento sindical docente es la batalla del sentido que se da en torno de la educación y puso como ejemplo de eso los cambios en los programas educativos de escuelas secundarias en la Ciudad de Buenos Aires que impulsa la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. "La reforma porteña es un globo de ensayo de lo que quieren hacer a nivel nacional y no lo permitiremos", remarcó.

--¿Qué significa la ratificación al frente de la conducción de la Ctera en las elecciones del jueves pasado?

--Es la ratificación de una línea política gremial que pelea, desde su fundación y a lo largo de su historia, por la educación pública y su calidad. Una línea que no solo defiende los derechos de los trabajadores sino también su involucramiento en la construcción de una pedagogía emancipatoria. Es un gran triunfo (la lista que integra junto a Roberto Baradel y Eduardo López ganó por el 80 por ciento) a pesar de la estigmatización que sufrimos todo el año, las amenazas y los ataques a Roberto, las escuchas telefónicas y la represión que sufrimos cuando pusimos la escuela itinerante; muchos hechos por los cuales no tuvimos respuestas aún ya que las investigaciones judiciales no avanzaron. El último episodio es el debate acerca del cuadernillo con el que propusimos el debate en las aulas sobre la desaparición de Santiago Maldonado, que nos sorprendió tremendamente porque es difícil pensar que una pregunta, ¿dónde está?, una reflexión vinculada a un pedido ético de involucrar a la ciudadanía, reciba una agresión de tales características.

--¿Qué responsabilidad le atribuye al Gobierno en la campaña contra la iniciativa de los maestros?

--Los funcionarios públicos salieron a criticar la iniciativa y desde un perfil de Facebook del PRO lanzaron la campaña que después viralizaron trolls en Twitter y a través de los medios de comunicación corporativos. Hay un gran esfuerzo comunicacional puesto en un operativo mordaza, porque las críticas que hacen del cuadernillo son mentiras que estigmatizan a los docentes, que buscan amordazarnos. La mayoría de los periodistas que me entrevistaron por el cuadernillo no lo habían leído. Se espantaban porque se trabajaba el tema Maldonado en las escuelas y no conocían el contenido. El cuadernillo proponía trabajar la desaparición de Maldonado con contenido de currícula escolar. Y se mintió descaradamente. Todavía esperamos que La Nación y Clarín se rectifiquen de las notas que publicaron sobre un nene al que el tratamiento del cuadernillo hizo supuestamente llorar en una escuela de Chubut. Lo desmentimos nosotros, la madre del nene, la directora de la institución, el Ministerio de Educación provincial, la supervisora. Quedamos sorprendidos. No podemos creer tal retroceso en la democracia en Argentina.

--¿Cuál cree que fue el objetivo de esa campaña?

--Negar la posibilidad de preguntar. No solo en la escuela, no solo a los maestros, sino que nadie se pueda preguntar dónde está Santiago Maldonado. El objetivo es que haya silencio. Se intenta callar a una sociedad que no está dispuesta a que no aparezca un argentino en democracia.

--¿Cuáles son los desafíos de la Ctera frente a los avances del Gobierno?

--La batalla de ideas en cuanto al sentido que este proyecto político le da a la educación, que es contrario al que por el que siempre peleó Ctera. Nos vamos a oponer a cualquier intento de la modificación de la Ley Nacional de Educación, que tiene mucho por cumplir aún. También nos vamos a oponer a la reforma laboral y a la reforma del sistema previsional que están preparando. La reforma de la educación secundaria en la Ciudad de Buenos Aires es un globo de ensayo para plantear lo mismo a nivel nacional: una nueva educación secundaria degradada en la que no solo no se completen los cinco años de educación sino que se ocupen los últimos dos a los alumnos como mano de obra barata. Preocupa y no es la primera vez que se intenta esta cuestión. La Ley Federal de Educación intentó exactamente lo mismo y en ningún momento significó un mejoramiento en la calidad de la educación, sino todo lo contrario. No lo permitiremos. Queremos que se cumpla la Ley de Educación Técnica, que se invierta lo que la hace falta para mejorar la escuela secundaria, algo que habíamos planteado en la reunión de paritaria nacional y que el Gobierno unilateralmente interrumpió, uno de los últimos logros de (Esteban) Bullrich como ministro de Educación antes de irse a competir para el Senado. Le pedimos una audiencia a (Alejandro) Finocchiaro, pero no nos recibió todavía. Sorprende. Esperamos que lo haga, que retome el diálogo, que retome la paritaria nacional. Es importante que haya una mesa de discusión con los docentes, que se nos reciba y se nos escuche. La falta de diálogo es una falta de respeto a todos los maestros y profesores argentinos.

--¿Qué opina del instructivo contra la toma de las secundarias porteñas que rechazan la reforma?

--Estamos muy preocupados. Tiene que haber en ese sentido un gran cuidado de las autoridades a los alumnos, del respeto por sus derechos, que no haya ninguna intervención violenta contra los chicos.


* Nota publicada en revista Conversaciones Necesarias




 
 
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