Femicidios a la orden del día
Por Rosana Gugliara (Sec. Gremial de UTELPa)
Foto: Stock
Una mirada desde el concepto propiamente dicho.
N uevamente irrumpe en las redes sociales, en la vida cotidiana, en la calle, la muerte de una mujer joven, suceso que no es “fallecimiento” o crimen pasional”, es una vida arrebatada en un asesinato, un femicidio (con las palabras decimos, explicamos y nos posicionamos). Ahora bien, más allá de los legítimos sentimientos que nos embargan se entrecruza la necesidad de poder pensar y ensayar algunas ideas respecto de la violencia machista que mata.
La antropóloga Rita Segato, que viene analizando la violencia contra las mujeres, en diversos trabajos de investigación y entrevistas sostiene que el mandato de masculinidad, es “el mandato de tener que demostrarse hombre y que se resuelve en violencia dura y pura, ante frustraciones que no son sólo sexuales, sino que afectan “también la potencia bélica, de fuerza física, económica, intelectual, moral, política”. Esta violencia constituye una práctica social cuyo sustento fundamental es la discriminación y la construcción de relaciones de subordinación, se sustenta en el control, que es la esencia de la misma. El golpe, el grito, la amenaza, el ataque sexual, el asesinato, son los medios utilizados para garantizar o tratar de garantizar ese control. La violencia de género nunca es casual, porque el factor de riesgo es ser mujer: las víctimas son [somos] elegidas por su [nuestro] género.
La definición de femicidio, como concepto teórico es amplia, pues abarca además de los homicidios que tienen un trasfondo de violencia de género, suicidios que tienen esa misma causa, muertes por abortos practicados en condiciones inadecuadas. En conclusión, todas aquellas muertes en las que el factor de riesgo es ser mujer en una sociedad que nos discrimina y subordina.
No obstante, hacia fines del siglo pasado, cuando comienzan a desarrollarse investigaciones sociológicas sobre el femicidio, se empieza a definir políticamente y mirarse como una cuestión pública ya que no se trata de un conflicto privado entre dos personas. Aunque ocurra en el seno de una pareja o ex pareja, está basado en una desigualdad sistemática en la que el Estado tiene responsabilidades
En un paso posterior cuando la sociedad básicamente, a través de las organizaciones de mujeres se logran leyes y respuestas específicas frente a estas muertes, el femicidio se convierte además en un concepto jurídico.
En relación con el contexto en el que puede desarrollarse el femicidio generalmente es ejecutado por hombres con los que las víctimas tenían una relación cercana, de pareja, familiar o de convivencia, lo que se ha caracterizado como un contexto “íntimo”.
Con respecto a los escenarios, los más frecuentes son: relaciones de pareja; familia en general; acoso sexual; ataque sexual; prostitución; trata para todo tipo de explotación, entre otros.
Estos escenarios no son excluyentes entre sí, sino que por el contrario frecuentemente se entrelazan y la peligrosidad aumenta cuando se suman otras diferencias de poder que puedan superponerse al poder masculino como pueden ser edad o pobreza
En este sentido, Diana Maffia, dice respecto al concepto de femicidio: “…Hablamos de femicidios porque sabemos que en el largo camino que recorremos las mujeres tropezando con múltiples formas de violencia, muchas de las cuales están tipificadas en la ley correspondiente, instituciones y funcionarios incumplen por omisión las obligaciones a las que se han comprometido. Porque nos tomamos en serio los derechos humanos y estamos convencidas de ser parte de su universalidad. No banalicemos los conceptos. Esto no es una avanzada de las mujeres sobre los varones, sino sobre el patriarcado como un sistema cruel que también los oprime aunque parece darles privilegios. Es imposible construir igualdad en un sistema que naturaliza sobre las diferencias sexuales la desigualdad política y de derechos…”
Para poner un freno al patriarcado y a la violencia machista, que en numerosos casos terminan con la vida de las mujeres, resulta fundamental pensar y actuar con una mirada en perspectiva de género y en este sentido la ESI en la escuela es clave para construir, desde pequeñxs, vínculos de igualdad y equidad. Entender, como sociedad, que es necesario abordar esta problemática desde el reconocimiento de su complejidad “…A diferencia de otras temáticas sociales, que pueden atenderse desde algún ámbito institucional específico, en violencia de género se requiere un abordaje integral, de acciones articuladas, interinstitucionales y la construcción de redes y alianzas fuertes que contemplen tanto las políticas públicas, como las organizaciones sociales y comunitarias. Esto plantea la necesidad de un Estado presente y también inteligente, que ineludiblemente deberá destinar recursos económicos y profesionales para preservar y proteger la vida de las mujeres.”…(Declaración de la Secretaría de género CTA Políticas públicas y compromiso social en el camino de su erradicación).